viernes, 2 de diciembre de 2016

La emergencia del Nacionalismo Aymara

Respuesta a la suposición de un discurso liberal indianista-katarista

Por: Pablo Velásquez Mamani[1]

El 16 de octubre del presente  se publica el artículo: La construcción liberal del discurso indianista katarista. El mismo plantea cuestiones a la nueva generación de esta corriente política. Semanas  después, el artículo citado recibe unas respuestas, no precisamente de la nueva generación de indianistas-kataristas.
Ante esta jerigonza, se hace necesaria una respuesta a ciertos extravíos e imprecisiones.
Se dice y supone demasiadas cosas sobre “la nueva generación” del indianismo-katarismo, desde los variados ángulos y perspectivas internas y externas. Esto sin duda es ya una gran ventaja pues la corriente se posiciona, sin más remedio para sus detractores. Pero deben hacerse dos grandes aclaraciones al respecto.

La primera, es que la combinación indianismo-katarismo no es de larga data. Recién hacia el 2009 con la creación del MINKA (movimiento indianista katarista) se efectiviza la “unificación formal” de esas dos ideologías, con el antecedente difuso de las reuniones de los: jóvenes kataristas indianistas. Salvando excepciones, otrora la diferencia fue bastante marcada entre indianistas y kataristas.
Tal combinación  fue auspiciada por la juventud de entonces (en su mayoría indianistas). Organizaciones, que por cierto, ni  fueron el fruto de los antiguos o fundadores indianistas o kataristas, ni mucho menos fueron emprendidos por los mismos. Simplemente se trataba de una necesidad histórica de las dos ideologías del indio, del aymara.
La segunda, es que la pluralidad es más profunda de lo aparente. Aspecto generalizado no tan solo entre los varios grupos existentes, sino al interior de ellos mismos, y desde luego el MINKA al cual adscribo.

Dicho sea de paso, aquí se dará respuesta a algunas cuestiones importantes y bien planteadas, y no a otras de tipo hilarante y basadas en la ficción: “pachapapismo o el patriarcalismo homofóbico”. Eso sí, debemos reconocer la gran capacidad imaginativa inherente.
La tesis principal para afirmar que “la nueva generación” del indianismo-katarismo tiene un discurso liberal-individualista, adolece de ciertas inconsistencias de argumentación. Pero no por ello deja de ser  importante la interrogante.
“… muchos de estos intelectuales aymara-quechua, hablan, intencionalmente  de un ser “indio” altamente individualista,que genera lazos interétnicos, afectivos entre quienes se declaran indios, pero no clasistas; de esto modo, celebran la irrupción de nuevos q’amiris, de burguesías comerciales aymaras principalmente, pero no critican las lógicas de explotación al interior de sus espacios económicos.”

Se lee: “altamente individualista” seguido de “lazos interétnicos”, más allá de este pequeño desliz, llama la atención el prejuicio político contra el “sistema capitalista”. Idea fuertemente influenciada por la vasta difusión  de comunistas y socialistas a lo largo de su historia.
Ante esto, sencillamente, debemos afirmar que: no somos de izquierda, ni comulgamos con sus principios ideológicos.

No creemos que el “sistema capitalista” sea bueno o malo, sino que, inobjetablemente, la economía de mercado ha establecido reglas de juego para existir en este mundo contemporáneo. Como probablemente ocurrirá con otro sistema futuro. Tampoco tenemos  una fe ciega  en la metafísica de un “fin de la historia” o una “sociedad sin clases”.
En otras palabras, se trata de la “adaptación” a las condiciones socio-económicas epocal. Aspecto en el cual, los comerciantes aymaras han mostrado gran capacidad y triunfo.
Como bien se ha dicho: “… al aymara  modernista, avasallador, que no le interesan los estereotipos halagadores, sino la gratificación  del empoderamiento real que se logra a través del dinero, obtenido a veces de manera ilegal e ilícita”.

Por otro lado, se ha mencionado “la deconstrucción de conceptos con los cuales se identificaba a lo indio”, colocando “ a la identidad india en la incertidumbre”.
Ciertamente,  se revisa, se critica la definición de la identidad india, como campesino, como manifestación culturalista: pachamamismo; por sus perniciosas consecuencias políticas para el aymara.

Muchas cosas han cambiado en la historia, de igual forma, los aymaras han cambiado con la historia y la historia. La tarea de esta nueva generación es redefinir esos cambios, y visualizar horizontes. Tarea ciertamente inacabada y en desarrollo.
Ahora bien, esto no implica que nosotros vayamos a plantear respuesta a todos los problemas sociales y políticos, no conocemos todas las soluciones, ni creemos que alguien las tenga.  Tampoco estamos en posición de dar recetas sociales y políticas, como ilusamente se pretende. Muchas respuestas no están ni estarán en las  bases de la filosofía política, sino quizá puedan encontrarlas en el plan de gobierno o desarrollo específico del espacio de poder determinado al cual requieren responder.

No creemos tampoco en que la resolución de la situación colonial acabe de forma inmediata y mágica con todos los problemas sociales. Las soluciones específicas emergerán de los varios factores involucrados como: una buena administración, educación, condiciones materiales favorables, etc. Pero sí, afirmamos que el problema fundamental es el colonialismo, y que afecta a toda faceta social e individual, y que su solución  ayudará a la resolución de problemas estructurales. Y en nuestra  historia, los únicos que han tratado este asunto fueron el indianismo y el katarismo. Es por ello que los asumimos como “marco teórico”, incluyendo sus limitaciones. Son parte de la historia del aymara, y así debe entenderse, con sus limitaciones y potencialidades. Por tanto, a pesar de la insistencia de algunos representantes longevos, nosotros no seguimos personas, sino ideas y principios.

El planteamiento más importante es: la definición  de colonialismo como la invasión de un pueblo sobre otro, y sus consecuencias adyacentes; de una nación sobre otra(s). La descolonización, como la libertad de la nación colonizada, la descolonización es la soberanía política de la nación colonizada. Estos planteamientos ya fueron ampliamente discutidos y propuestos por los indianistas y kataristas de antaño.

No obstante, algo de verdad tiene esa afirmación de que la “nueva generación” del indianismo-katarismo  apoya la acumulación económica de los qamiris, de los burgueses Aymaras; es más, esta presta para apoyar y gestionar su pleno empoderamiento económico y real; no solamente de ellos, sino de todos los aymaras.

Entonces en términos de nación  e identidad, son de nuestro interés los aymaras de bajos recursos económicos, pero también los de altos recursos económicos: la nación Aymara.
Y he ahí un concepto fundamental que explica todo este programa político: El nacionalismo Aymara.
Esta es una de las respuestas a la interrogante.  Esto es lo que propone la “nueva generación” del indianismo-katarismo.

Por tanto, todo el planteamiento y desenvolvimiento político de esta “nueva generación” se debe entender en el sentido de la nación y el nacionalismo.

En estos márgenes, al nacionalismo aymara le es útil y beneficioso todo aquello que pueda ayudar y coadyuvar a lograr sus objetivos. Y objetivo de toda nación es  la instauración de su propio Estado.  El nacionalismo Aymara  busca la constitución de su propio Estado.
En un mundo de naciones, la forma de existir, es la nación. Hay varias formas de nacionalismos como naciones hay. El nacionalismo Aymara será de acuerdo a las características de la nación Aymara. El problema nacional no ha sido resuelvo por el MNR ni el MAS. República o Estado plurinacional repiten lo mismo: el “rebatible” nacionalismo boliviano.
El Estado como reflejo de la nación debe constituirse sobre su base más sólida, su raíz más fuerte, como ha sucedido en cualquier otra parte del mundo; contrariamente a lo aquí acaecido, donde el Estado es espurio. Por eso no hubo, ni hay descolonización.

Entonces urge un nacionalismo pertinente; estamos ante la emergencia del nacionalismo Aymara.
Pero aún más, para incitar a la reflexión y sus últimas consecuencias, este nacionalismo no solo apuntala una burguesía aymara, sino  que apuesta por la constitución de una verdadera Aristocracia nacional, una aristocracia Aymara.

La nación Aymara siempre fue la más resistente; la más rebelde, la más vigorosa, y ahora, es la más persistente; la más moderna, la más global.  La nación Aymara no ha dejado de ser, se ha reinventado permanentemente,  y está componiendo su Estado y su ideología, algo a lo que los nacionalistas aymaras vamos aportando gradualmente.











[1] .Estudió comunicación social  y filosofía. Es  miembro fundador del MINKA (movimiento indianista katarista). Creador y cursante en la primera Maestría en Filosofía Andina y culturas en la UMSA. Gestor de Obras Completas de Fausto Reinaga.

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