La emergencia del Nacionalismo Aymara
Respuesta a la suposición de un discurso liberal
indianista-katarista
Por: Pablo Velásquez Mamani[1]
El 16 de octubre del presente se publica el artículo: La construcción
liberal del discurso indianista katarista. El mismo plantea cuestiones a la
nueva generación de esta corriente política. Semanas después, el artículo citado recibe unas
respuestas, no precisamente de la nueva generación de indianistas-kataristas.
Ante esta jerigonza, se hace necesaria una respuesta a
ciertos extravíos e imprecisiones.
Se dice y supone demasiadas cosas sobre “la nueva generación”
del indianismo-katarismo, desde los variados ángulos y perspectivas internas y
externas. Esto sin duda es ya una gran ventaja pues la corriente se posiciona,
sin más remedio para sus detractores. Pero deben hacerse dos grandes
aclaraciones al respecto.
La primera, es que la combinación indianismo-katarismo no es
de larga data. Recién hacia el 2009 con la creación del MINKA (movimiento indianista
katarista) se efectiviza la “unificación formal” de esas dos ideologías, con el
antecedente difuso de las reuniones de los: jóvenes kataristas indianistas.
Salvando excepciones, otrora la diferencia fue bastante marcada entre
indianistas y kataristas.
Tal combinación fue
auspiciada por la juventud de entonces (en su mayoría indianistas). Organizaciones,
que por cierto, ni fueron el fruto de los
antiguos o fundadores indianistas o kataristas, ni mucho menos fueron
emprendidos por los mismos. Simplemente se trataba de una necesidad histórica
de las dos ideologías del indio, del aymara.
La segunda, es que la pluralidad es más profunda de lo
aparente. Aspecto generalizado no tan solo entre los varios grupos existentes,
sino al interior de ellos mismos, y desde luego el MINKA al cual adscribo.
Dicho sea de paso, aquí se dará respuesta a algunas cuestiones
importantes y bien planteadas, y no a otras de tipo hilarante y basadas en la
ficción: “pachapapismo o el patriarcalismo homofóbico”. Eso sí, debemos
reconocer la gran capacidad imaginativa inherente.
La tesis principal para afirmar que “la nueva generación” del
indianismo-katarismo tiene un discurso liberal-individualista, adolece de
ciertas inconsistencias de argumentación. Pero no por ello deja de ser importante la interrogante.
“… muchos de estos intelectuales aymara-quechua, hablan,
intencionalmente de un ser “indio” altamente individualista,que genera lazos interétnicos, afectivos
entre quienes se declaran indios, pero no
clasistas; de esto modo, celebran la irrupción de nuevos q’amiris, de
burguesías comerciales aymaras principalmente, pero no critican las lógicas de explotación al interior de sus espacios
económicos.”
Se lee: “altamente individualista” seguido de “lazos
interétnicos”, más allá de este pequeño desliz, llama la atención el prejuicio político
contra el “sistema capitalista”. Idea fuertemente influenciada por la vasta
difusión de comunistas y socialistas a
lo largo de su historia.
Ante esto, sencillamente, debemos afirmar que: no somos de
izquierda, ni comulgamos con sus principios ideológicos.
No creemos que el “sistema capitalista” sea bueno o malo,
sino que, inobjetablemente, la economía de mercado ha establecido reglas de
juego para existir en este mundo contemporáneo. Como probablemente ocurrirá con
otro sistema futuro. Tampoco tenemos una
fe ciega en la metafísica de un “fin de
la historia” o una “sociedad sin clases”.
En otras palabras, se trata de la “adaptación” a las condiciones
socio-económicas epocal. Aspecto en el cual, los comerciantes aymaras han
mostrado gran capacidad y triunfo.
Como bien se ha dicho: “… al aymara modernista, avasallador, que no le interesan
los estereotipos halagadores, sino la gratificación del empoderamiento real que se logra a través
del dinero, obtenido a veces de manera ilegal e ilícita”.
Por otro lado, se ha mencionado “la deconstrucción de
conceptos con los cuales se identificaba a lo indio”, colocando “ a la
identidad india en la incertidumbre”.
Ciertamente, se
revisa, se critica la definición de la identidad india, como campesino, como
manifestación culturalista: pachamamismo; por sus perniciosas consecuencias
políticas para el aymara.
Muchas cosas han cambiado en la historia, de igual forma,
los aymaras han cambiado con la historia y la historia. La tarea de esta nueva
generación es redefinir esos cambios, y visualizar horizontes. Tarea
ciertamente inacabada y en desarrollo.
Ahora bien, esto no implica que nosotros vayamos a plantear
respuesta a todos los problemas sociales y políticos, no conocemos todas las
soluciones, ni creemos que alguien las tenga.
Tampoco estamos en posición de dar recetas sociales y políticas, como ilusamente
se pretende. Muchas respuestas no están ni estarán en las bases de la filosofía política, sino quizá
puedan encontrarlas en el plan de gobierno o desarrollo específico del espacio
de poder determinado al cual requieren responder.
No creemos tampoco en que la resolución de la situación colonial
acabe de forma inmediata y mágica con todos los problemas sociales. Las
soluciones específicas emergerán de los varios factores involucrados como: una
buena administración, educación, condiciones materiales favorables, etc. Pero
sí, afirmamos que el problema fundamental es el colonialismo, y que afecta a
toda faceta social e individual, y que su solución ayudará a la resolución de problemas
estructurales. Y en nuestra historia,
los únicos que han tratado este asunto fueron el indianismo y el katarismo. Es
por ello que los asumimos como “marco teórico”, incluyendo sus limitaciones.
Son parte de la historia del aymara, y así debe entenderse, con sus
limitaciones y potencialidades. Por tanto, a pesar de la insistencia de algunos
representantes longevos, nosotros no seguimos personas, sino ideas y
principios.
El planteamiento más importante es: la definición de colonialismo como la invasión de un pueblo
sobre otro, y sus consecuencias adyacentes; de una nación sobre otra(s). La
descolonización, como la libertad de la nación colonizada, la descolonización
es la soberanía política de la nación colonizada. Estos planteamientos ya fueron
ampliamente discutidos y propuestos por los indianistas y kataristas de antaño.
No obstante, algo de verdad tiene esa afirmación de que la
“nueva generación” del indianismo-katarismo
apoya la acumulación económica de los qamiris, de los burgueses Aymaras;
es más, esta presta para apoyar y gestionar su pleno empoderamiento económico y
real; no solamente de ellos, sino de todos los aymaras.
Entonces en términos de nación e identidad, son de nuestro interés los
aymaras de bajos recursos económicos, pero también los de altos recursos
económicos: la nación Aymara.
Y he ahí un concepto fundamental que explica todo este
programa político: El nacionalismo Aymara.
Esta es una de las respuestas a la interrogante. Esto es lo que propone la “nueva generación”
del indianismo-katarismo.
Por tanto, todo el planteamiento y desenvolvimiento político
de esta “nueva generación” se debe entender en el sentido de la nación y el
nacionalismo.
En estos márgenes, al nacionalismo aymara le es útil y
beneficioso todo aquello que pueda ayudar y coadyuvar a lograr sus objetivos. Y
objetivo de toda nación es la instauración
de su propio Estado. El nacionalismo
Aymara busca la constitución de su
propio Estado.
En un mundo de naciones, la forma de existir, es la nación.
Hay varias formas de nacionalismos como naciones hay. El nacionalismo Aymara
será de acuerdo a las características de la nación Aymara. El problema nacional
no ha sido resuelvo por el MNR ni el MAS. República o Estado plurinacional
repiten lo mismo: el “rebatible” nacionalismo boliviano.
El Estado como reflejo de la nación debe constituirse sobre
su base más sólida, su raíz más fuerte, como ha sucedido en cualquier otra parte
del mundo; contrariamente a lo aquí acaecido, donde el Estado es espurio. Por
eso no hubo, ni hay descolonización.
Entonces urge un nacionalismo pertinente; estamos ante la
emergencia del nacionalismo Aymara.
Pero aún más, para incitar a la reflexión y sus últimas
consecuencias, este nacionalismo no solo apuntala una burguesía aymara, sino que apuesta por la constitución de una
verdadera Aristocracia nacional, una aristocracia Aymara.
La nación Aymara siempre fue la más resistente; la más
rebelde, la más vigorosa, y ahora, es la más persistente; la más moderna, la
más global. La nación Aymara no ha
dejado de ser, se ha reinventado permanentemente, y está componiendo su Estado y su ideología,
algo a lo que los nacionalistas aymaras vamos aportando gradualmente.
[1]
.Estudió comunicación social y
filosofía. Es miembro fundador del MINKA
(movimiento indianista katarista). Creador y cursante en la primera Maestría en
Filosofía Andina y culturas en la UMSA. Gestor de Obras Completas de Fausto
Reinaga.
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